Lic. Wilmer Guzmán Hermitaño
Educador. Columnista invitado
Educador. Columnista invitado
Diario La Primera Lima Provincias
Edición Miércoles 02-11-2011Tantas veces se ha repetido y manoseado acerca del bajo nivel de la educación peruana, pero habría que preguntarse: ¿Qué tan cierto es eso? ¿Qué tipo de educación estamos recibiendo? ¿Se ha puesto a pensar si sirve o vale la pena estar más de quince años encerrados en cuatro paredes?
Mientras se consume la preciada niñez, adolescencia y juventud, ¿cómo se beneficia de lo que está “estudiando”? ¿Por qué como estudiante generalmente, al término del año académico, se deshace de sus cuadernos? ¿Acaso los conocimientos anotados, los ejercicios, las prácticas no sirven?
Si nos referimos sólo a la educación universitaria, ¿A qué responden las carreras profesionales que el Estado propone? ¿Cuál es el encargo social de la educación que reciben las instituciones dedicadas a la educación? ¿Por qué para el maestro peruano resulta imprescindible la pizarra, la tiza y el aula?
La evaluación hecha por la Unesco y posteriormente corroborada por las encuestas del Ministerio de Educación ha obtenido como resultado que somos los últimos en el mundo en lógico-matemática y comprensión lectora; es decir no somos capaces de relacionar y descifrar símbolos abstractos (números y letras), de ser así ¿cómo estamos en las ciencias concretas? ¿Cuál habría sido el resultado si se evaluaba alguna de las ciencias naturales como física, química o biología; o en su defecto, ciencias sociales como geografía, historia y filosofía? Habría que ponerse a cavilar tan sólo que para tener resultados satisfactorios en las ciencias naturales es menester los cálculos matemáticos, y de manera análoga, las ciencias sociales, leer y procesar lo escrito. En todo caso una evaluación integral de las asignaturas conllevaría a robustecer la idea de que los peruanos somos incapaces de asumir responsabilidades como agentes de cambio dentro de la sociedad.
La educación peruana de hoy se basa más en lo cuantitativo que en lo cualitativo, por ende es discriminatorio. Veamos: las etapas están marcadas con años definidos (inicial 3 años, primaria 6 años, secundaria 5 años y universitaria 5 a 7 años), ¿cuál será la naturaleza de esta distribución? Los resultados del aprendizaje del educando se miden mediante números prescindiendo de las actitudes, el desarrollo de la personalidad o la producción; el reconocimiento y los méritos se obtienen mediante la cantidad de diplomas, títulos o certificados, que hacen alusión al consumo de la vasta información intelectual almacenada, la “producción” y reproducción de los conocimientos obtenidos. Estos honores obviamente lo alcanzan pocos y esos pocos son los que dirigen los destinos de un país. Y como son pocos trabajan poco y para pocos, y de esa manera, otorga los mismos méritos a los que se alinean en su esfera.
Cuando uno se pone a pensar en lo penoso que debe ser estar encerrado en la cárcel durante largo tiempo, sin ver a nuestros seres queridos, sin poder practicar el deporte que más nos gusta, sin tener el albedrío de viajar por los diferentes paisajes que nos gustaría conocer. Perdernos la ocasión de ver los campos florecer, los animales crecer, no poder participar en los negocios y ganar dinero para gastar en los más íntimos caprichos. Al imaginarme que estoy en un aula de clases, todo lo anterior mencionado me suena conocido, familiar. Se dice que la educación prepara al hombre para servir a la sociedad, pero vemos que la educación de hoy priva como carcelero al que es objeto de esta labor. Ahora puedo entender lo aburrido que es estar encerrado en cuatro paredes, donde “el esclavizador y esclavo” que hasta hoy no ha sido capaz de reemplazar “lo primordial” la pizarra y la tiza como sí se aprecia en el trabajo médico que hasta hoy ha cambiado muchísimo en relación al tiempo y sus procedimientos.
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