Después de leer detenidamente las bases del
concurso Guardaparque por un día, sentí una emoción inmensa y que sencillamente
mi sueño de conocer uno de los tantos lugares que anhelo sería realidad;
escribí la siguiente frase: “El hecho de cuidar los recursos naturales peruanos
protegidos por ley, significa que ahora y más adelante tendremos para nuestras
generaciones venideras, mágicos espacios en los que apreciar diversos
ecosistemas en profunda actividad de simbiosis; en los tiempos que discurren la
tierra necesita ser tratada con cuidado y sólo héroes nacionales pueden llevar
consigo esta responsabilidad y estos héroes son ubicados en el SERNANP, pues
ellos saben que su propósito y entrega no sólo protege a una especie y cultura
sino a todo un legado.”, le adjunté una foto tomada en el jardín de mi casa
como anexo y fue enviada hasta Lima vía electrónica, mientras los días
transcurrían iba imaginando cómo sería estar en la Reserva.
Y llegó el día entré al fan page de SERNANP y que
emoción, allí encontré mi nombre, estaba hecho la madre naturaleza me estaba
dando un regalo y sin más decidí gestionar mi permiso que fue apoyado por
una de mis mejores amigas Anita a quién le estaré profundamente agradecida
siempre, pues ella aceptó cubrirme durante esos mágicos días.
Llegó el 26 de Mayo fui desde San Jerónimo de Tunán
en el distrito en el que vivo, hasta Huancayo, para encontrarme con los dos
ganadores más que completaban la terna como suertudos al obtener el obsequio
anhelado, y con los héroes de SERNANP a quienes de manera tácita me había
dirigido en mi frase.
Me encontré con ellos: Gonzalo Quiroz como jefe de
la Reserva, y Ever quién manejaría hasta llevarnos al mágico inicio de nuestra
aventura los saludé y emprendimos el viaje rumbo a la Reserva, en el
camino iba conociendo a Luis y Diego, Luis Ingeniero de Sistemas y Diego
estudiante de Ingeniería ambiental, y me presentaba también como Bachiller de
Administración de Empresas, egresada de la Universidad Continental, luego
hablamos sobre nuestras expectativas respecto a nuestro curioso regalo hasta
llegar hasta Pachacayo, donde tuvimos un grato recibimiento por Alan y Wilbort
ambos guardaparques con un cálido desayuno, al terminarlo nos dijeron que uno
de nosotros tres nos quedaríamos en el puesto para ganar tiempo para que uno de
nosotros conociera esa parte de la reserva y después compartir fotos,
honestamente creí que los tres iríamos para todo lado, sonreí y me
pareció una idea razonable, nos otorgaron unos uniformes y ya formábamos parte;
Qué emoción!!!, entonces el elegido para el puesto de Pachacayo fue
Diego, ese día tendría censo de aves y por lo tanto viviría desde ya su primer
día como Guardaparque, me sentí feliz por ello, nos despedimos y continuamos
nuestro viaje. En el trayecto Luis y yo quedamos sorprendidos por tan
maravillosos paisajes, por la calma y tranquilad, los pajonales tan
poblados de Ichu dorado y de entre sus caídas ganado que pasteaba por allí, más
adelante nos topamos con aves como el Yanavicu y la Huachua, estos últimos
andan siempre en pareja explicaba Gonzalo Quiroz jefe de la Reserva, y
seguidamente encontramos los picos del Pariaccaca, tan majestuoso como sólo él
puede ser, Luis y yo no dudamos de decir casi a un solo tono de que para
nuestro próximo viaje deseábamos estar allí; y nuestro viaje continuaba, se
presentaron avecillas de vistosos colores para acompañar nuestro recorrido.
Luego nos topábamos con el río Cañete, no dudé en
decir internamente que Dios había sido tan generoso de crear cada maravilla,
como esas aguas tan cristalinas que mis ojos estaban admirando, en ese instante
imaginé que sería realmente gratificante estar por allí con mi familia,
mis amigos y amigas para contemplar tanta maravilla junta, es así que prometí
internamente invitarlos. Es así que llegamos a Huancaya aquí hallamos
otro puesto y en él se quedó Luis, seguí el viaje y pasamos por la laguna
Piccquecocha, pero qué maravilla, allí me imaginaba a turistas que seducidos
por tanta belleza, hacían muchas tomas artísticas; admirándola cómodamente por
sus visores. Las fotos que tomaba en el viaje eran con la intención de mostrar
a la madre naturaleza en este espacio que sabiamente fue hecho reserva, y con
todas las fuerzas de mi alma, pedí que se conserve así tan bonita. Luego llegué
hasta Alis allí era donde yo me quedaría pues había otro puesto de Control,
allí me presentaron a María como especialista de la reserva pues en bióloga,
muy amigable y atenta, fuimos hasta la casa de Raúl otro guardaparque, de lindo
carácter y muy atento, para almorzar y conversar temas de la Reserva; entre
conversas terminamos la comida y luego fuimos al puesto de control para
despedirnos me otorgaron unos binoculares para visualizar diversas
características de la Reserva, y me quedé con mucho gusto, María me contó
sobre su natural Arequipa, sus estudios y cómo llegó a SERNANP, y gustosa
respondía a cada pregunta que le hacía; al puesto acudieron una pareja de
turistas para solicitar información y oía como Raúl y María les contaban
detalles de la Reserva y diversas zonas del Perú, de mi parte les hice algunas
preguntas a las que respondieron con mucha amabilidad, luego María me enseñó
sobre las fichas de patrullaje que manejan en el que están alertas i es que hay
alguna amenaza con las siguiente tipificaciones: Quema de pastos, matorrales u
otros, Minería informal, Cacería furtiva, Destrucción de Andenes y/o sitios
arqueológicos, Posible contaminación de cuerpos de agua, todo ello buscando
siempre la conservación de la Reserva, seguimos conversando y al llegar la
noche Raúl nos trajo café con galletas, y seguía la charlando y
contándonos historias, y anécdotas, después de un rato su peuqeña Genoveva,
enviada por sus madre nos invitada a tomar sopa en su casa, asentimos con gusto
y ya allí seguían lloviendo las historias, hasta que llegó el momento de
dormir, y no sin antes ver el maravilloso cielo estrellado, que decía que en la
noche seguirían creciendo a su gusto las plantas y muchas avecillas estarían
listas para sus primer vuelo del día siguiente, fijamos la agenda para el día
siguiente y nos dispusimos a dormir.
Era el 27 de Mayo nos despertamos y nos alistamos
para ir rumbo a Coricoto, mientras más subía, el paisaje lleno de Andenes se
tornaba más y más espectacular, otra vez las fotos estaban a la orden, María me
encargó tomarle fotos a las aves y prometí que para mi próximo viaje intentaría
volverme diestra para mi próximo viaje pues era un tanto complicado el encargo.
Después de contemplar Alis de distinto ángulo desde arriba, decidimos bajar y
se me antojaba entrar al río para bajar todo el calor que tenía en mi cuerpo,
de vuelta a Alis comí galletas con jugo, delicioso break, y después de reunirme
con María y Raúl decidimos como guardaparques preparar cebiche con
tallarín, jamás me lo había imaginado, sin embargo todos ayudamos en la
preparación y salió muy bueno, compartimos la mesa con la familia de Raúl y sus
sobrinas, y no dudé en aprovechar la oportunidad para contar cuentos, y
quedaron fascinadas y me solicitaban otro y otro más y yo los relataba con
mucho gusto. Después de que la tarde ya había caído decidimos volver al puesto
de control para continuar con las tareas del día, y María me seguí
explicando más detalles respecto a la biodiversidad de la Reserva y
respondiendo mis preguntas, llegó la noche y la hora de descansar, al día
siguiente nos aguardaba otra aventura, iríamos a la laguna Piccquecocha, allí
encontramos a un maestro y estudiantes de Ingeniería Ambiental de la
Universidad Continental, Raúl les explicó diversos detalles de la Reserva, y yo
imaginaba estar en su lugar explicándolos también, después que ellos decidieron
continuar su viaje rumbo a Huancaya, contemplamos la laguna y a seguir la tarea
de fotografiar aves, y conseguí fotografiar a algunos patitos, me gradaba ver
como caminaban sobre el agua, mágica experiencia, comimos un break, y luego
fuimos rumbo a Miraflores el paisaje sugerí ser visto con detenimiento pero a
juzgar por mi corta pero productiva experiencia era necesario llegar hasta
Miraflores primero; ya en el lugar Raúl y María estaban conversando con
unos amigos, respecto a temas de monitoreo en la Reserva y de pronto
comenzaron a salir de una de las esquinas del parque de Miraflores, llamitas
con distintivos en las orejas junto a su pastor para cambiar su carga de mantas
y tejidos con papa nativa de Miraflores, que lindas tan derechitas y bellas
como son, y las fotos estaban allí de nuevo, ya iba siendo medio día y recordé
que al medio día vendrían a recogerme al puesto de Alis, así que nos
enrumbamos de vuelta y entre por una de las calles hasta el parque de Alis de
nuevo y allí estaba la camioneta con Eber y de nuevo me encontré con
Diego y Luis y las preguntas respecto a lo que vivimos estaban allí en la
puntita de la lengua, llegó el momento de la despedida, me despedí de Raúl y
luego fui hasta la casa de María para empacar mis cosas, nos despedimos no sin
antes darnos los número de contacto y le dije que quedo en deuda con ella, me
despedí con un abrazo y le dije que le diera una despedida de mi parte a la
esposa de Raúl su hijita y sus sobrinas; luego me subí a la camioneta y
estábamos de vuelta para Huancayo y a nuestro regreso el paisaje seguía
dándonos sus regalos, no detuvimos hasta ver una laguna maravillosa, bajamos y
hacía mucho frío pero igual nos agradaba captar tanta maravilla por nuestras
cámaras; vimos llamitas y vicuñas, patitos nadando en la lagunas, y así
transcurría nuestro regreso, yo me quedé dormida por un momento, al despertar
logré ver un letrero de un lugar llamado Negro Bueno, me pareció curiosísimo el
nombre, y nuestro viaje de retorno continuaba. Llegamos a la oficina de SERNANP
en Huancayo allí nos proporcionaron material de difusión para la Reserva, nos
tomamos una cuantas fotos más, nos despedimos y llegó la hora de ir a comer, y
que mis amigos Diego y Luis llevaran algún objeto de recuerdo así que les llevé
a la Casa del Artesano, hicieron sus compras y me acompañaron para tomar mi
carro rumbo a San Jerónimo de Tunán, mientras esperábamos seguíamos
recordando todo lo vivido en la Reserva y prometimos volver, llegó el carro que
me llevaría hasta donde yo vivo, me despedí de ellos y así terminaba la mágica
experiencia de ser Guardaparque por un día.
Por:
Natalí Castro Santiváñez
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