miércoles, 3 de octubre de 2012

Turismo vivencial en Canchayllo y Tanta junto a rutas ancestrales de Reserva Nor Yauyos - Cochas

Correo.- Estamos a 3600 m.s.n.m. sobre el lomo de un caballo, empezando la ruta ancestral de la Reserva Paisajística Nor Yauyos-Cochas, entre Junín y Lima.
Luego de atravesar un paraíso de montañas llamado Canchayllo, la mula se detiene en el Bosque de Puyas. Estas gigantescas plantas de 18 metros están en peligro de extinción, pero aquí, en el corazón de Jauja, 230 mil de ellas viven durante 100 años.
Décadas atrás, los comuneros creían que estas plantas eran carnívoras, porque las filudas garras de sus cuerpos atrapaban a sus animales. Pero hoy ya nadie les teme.
Los turistas pueden acampar en la zona y apreciar zorros, pumas, vizcachas y colibríes gigantes. O retornar a Canchayllo -a solo 20 minutos-, donde pobladores como Marcelo López, presidente de la Asociación Rural Comunitaria, han adaptado sus casas para el turismo vivencial. Nosotros optamos por esa última opción.
Sabrosas truchas. Tras comer truchas recién pescadas y papas recién cosechadas, enrumbamos hacia la Hacienda Pachacayo, sede de la SAIS Túpac Amaru; la única empresa ganadera de la zona que sobrevivió a 10 atentados terroristas.
Aquí se tiene la mayor producción de ovinos raza Junín, se producen 200 toneladas anuales de trucha en piscigranjas, y se crían vacas para hacer yogurt ecológico, queso fresco, mozzarella, manjar blanco y mantequilla. Si hay tres cosas que debemos hacer en la vida es probar sus productos, la leche ordeñada de sus vacas y el agua de los manantiales. Los sabores son únicos.
La furia de un Dios. El segundo día en la reserva, conocimos a la deidad más importante del Tahuantinsuyo: el Apu Pariacaca. Para llegar aquí es ideal instalarse en Tanta, un bello pueblo de Yauyos a seis horas de Canchayllo, donde el trueque sigue siendo una forma de vida. Hasta hace un año, Norma Soto, presidente de la Asociación de Turismo Comunitario de la zona, tejía a cambio de papas y granos de otras comunidades, pero ahora ha ampliado su actividad al turismo.
Aquí, a más de 4200 metros de altura, los pobladores nos reciben con danzas típicas y comida caliente, antes de guiarnos a nuestro destino. Media hora es suficiente para avistar los trazos empedrados de Pirca-Pirca, donde vivían los "Llacuas", etnia 800 años más antigua que los incas y fiel seguidora del Apu que buscamos.
Los tanteños desafían nuestras fuerzas y nos llevan hacia un punto aún más alto donde se aprecia la laguna Piticocha, y por fin, el nevado Pariacaca. A sus pies cruza el Camino Inca que conecta Jauja con Pachacámac.
Tour místico. El tour místico entre Canchayllo y Tanta forma parte del proyecto "Caminando con el Apu Pariacaca" del Grupo GEA, que busca incorporar el turismo rural a los caminos ancestrales de la reserva.
Mientras soplamos tres hojas de coca para pedir un deseo al Apu, apreciamos el paisaje salvaje que nos rodea. El cielo amenaza con lluvias y granizadas, y el suelo está colmado de enormes rocas. El escenario es propio de un lugar donde se vivieron cinco días de batalla entre el mítico Pariacaca y Haullalo Carhuincho, a causa de la unión de sus hijos.
Dejamos las tres hojas, el deseo y un caramelo bajo una piedra que mira al Apu. Los comuneros saben que una ofrenda aplaca su furia y los protege. El recuerdo de aquella guerra está fresco. El dios andino se niega a morir.

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